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viernes, 4 de marzo de 2011

"ALIMENTACION INFANTIL: PAPILLAS DE FRUTAS"

Mucha paciencia es lo que hay que tener si ese paso crucial de la alimentación exclusiva con leche a la introducción de las papillas no es tan fácil como esperábamos…
Nuevos sabores y olores, nuevas texturas, nuevo mecanismo de deglución… es todo un mundo nuevo para los bebés, y necesitan adaptarse a su ritmo. Seguro que si a nosotros los mayores nos cambiaran de golpe nuestros alimentos habituales y nuestro modo de comer también encontraríamos alguna dificultad…
A los 6 meses (más una semana para ser exactos) comencé a introducir la alimentación complementaria en la dieta de mi bebé, y mientras que con la papilla de verdura y carne no ha habido ningún problema, las dificultades han venido por la tarde, con la papilla de frutas.
Y eso que al probar las frutas en pequeñas cantidades por separado no le hacía ascos a nada, pero al triturarlas en papilla no había manera. Nuestro pediatra nos dio varias posibilidades si no funcionaba la fórmula inicial de pera, plátano, manzana, con un poco de zumo de naranja y leche.
Las hemos probado todas, y aun otras más referidas a distintos potitos. Fruta a fruta en solitario, distintas combinaciones de 2 y de 3 frutas, sin leche, con cereales en mayor y menor cantidad, fruta licuada en biberón… y hasta distintas cucharas.
Lo habitual han sido arcadas, labios sellados, “pedorretas” como la única forma de escupir, llantos… Así que no era cuestión de forzar demasiado, aunque cada día probábamos un poquito, y echando imaginación para inventar nuevos bailes y sus canciones y juguetes favoritos para entretenerla, pero la cantidad de fruta (y de vitaminas, minerales, agua y fibra que la acompañan) que tomaba cada día era mínima.
Hasta que hemos llegado a unos potitos ecológicos de los que ya hablamos aquí, de la marca Carrefour. No es que se coma estos tarritos con avidez y placer, pero algo muy importante es que ya no le dan arcadas (quizá porque son menos ácidos que otras combinaciones) y de vez en cuando abre la boquita voluntariamente.
Esta ha sido mi “solución” momentánea, pues más adelante me gustaría volver a probar la fruta natural, y seguramente otros padres tuvieron sus propios trucos para que los bebés llegaran a comer fruta y que de ese modo recibieran todos los beneficios necesarios para su organismo.
En todo este proceso que ha durado más de un mes, cada día he ido controlando sus deposiciones y cualquier cambio que pudiera haber en el bebé por si existía algún tipo de intolerancia, cosa que afortunadamente no se ha producido.
Pero si hay algo importante en este proceso de introducción de las papillas y purés, en este paso a la cuchara, y que a veces parece que no vamos a lograr, es mantener la calma, ponernos en el lugar del bebé, no forzar pero al mismo tiempo ser constante e intentarlo cada día, probar las combinaciones posibles dentro de los alimentos adecuados para un bebé de esta edad.
Mucha paciencia, dejar que el bebé se adapte, volver a consultar al pediatra las veces que sea necesario, y finalmente lo normal es que los pequeños comiencen a aceptar la fruta, una vez se acostumbran al sabor y al olor, e incluso la disfrutarán más adelante. ¡Tiene que ser una gran satisfacción que un niño te pida fruta para acompañar las comidas!

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